No se si reconoceréis estos pequeños rincones de otoño. Tan solo con darte un pequeño paseo alrededor del pueblo o simplemente con ir al punto limpio, puedes disfrutar de otro Grisel.
Es el Grisel de otoño, con sus rojos, ocres y oro. Con su cielo plomizo y sus calles desiertas. El Grisel del silencio, únicamente roto por el silbido del viento algunos días y otros, por el sonido de las aspas de los generadores, los maullidos de los gatos o el del cálido ronroneo de las calefacciones.
Las hojas se adueñan de las calles y te despiertan por las mañanas con su ir y venir, que es, el preludio del día que comienza. Por todos los rincones se arremolinan y nos enseñan algo muy viejo, "el invierno está cerca".
Mari Cruz Ramírez