La Fuente Gil se halla situada en el paraje de su mismo nombre muy cerca del núcleo urbano de Grisel (a unos 500 metros). Tiempo atrás además de ofrecer una rica agua de boca servía como lugar de encuentro de amigos y parejas que se sentían a salvo de las miradas ajenas en este lugar, donde siempre ha habido una vegetación frondosa fruto de la abundante agua que manaba de la fuente.
La Fuente dejó de ejercer su función cuando el agua corriente llegó a las casas y los novios no tuvieron necesidad de protegerse de las miradas del resto de los vecinos. Con el tiempo la maleza fue cerrando el paso hasta hacer imposible su acceso. Hace ya unos años se limpió el camino y durante un cierto tiempo se pudo visitar pero de nuevo cayó en desuso y la naturaleza cerró el camino.
Ahora un grupo de entusiastas griseleros, animados por los recuerdos de Carmen Rada que tantos guarda del lugar, han abierto el camino y limpiado la boca de la fuente, pudiendo ser visitada de nuevo.
Gracias por la iniciativa a Mª Sol, Ignacio, Ana Mª y Carmen y todos aquellos que con su ilusión hacen que ésta se convierta en realidad.
Poesía a la Fuente Gil
Yo tengo gran ilusión,
no se si conseguiré, que la Fuente Gil renazca, para el pueblo de Grisel. Ya llevo años diciendo, hay que limpiar esa fuente, es un lugar muy bonito, para merendar la gente. Cuando bajo paseando siempre miro con cariño, y me digo al contemplarla, pero si no hay camino. Si se cortaran las zarzas, con dos sacos de cemento, se prepara un merendero, un aliciente para el pueblo. El camino se hace fácil, con un tractor y una pala, llegas a la carretera, y aquí, no ha pasado nada. Mi querida Fuente Gil, una fuente de recuerdos, de una juventud alegre, que vivían otros tiempos. Donde los besos de entonces, esos eran de pecado, ¡ como han cambiado los tiempos! a que extremo hemos llegado. Que engaña huevos se hacían, a ver quien metía el pie, cuando calentaba el sol, corrías para beber. Aquella agua cristalina, que salía de sus caños, las hojas de la nogueras, nos servían para vasos. Aquellos grandes pilones, con sus suaves algas verdes, algún que otro renacuajo y bichos por las paredes. Yo recuerdo algunos años, en un duro y frio invierno, de bajar a esa fuente, cuando mataban el cerdo. Si los muros del pretil, de ese lugar nos hablaran, que historias nos contarían, de parejas enamoradas. Para mí es un recuerdo, de mi eterna primavera, donde pasé buenas tardes, a la sombra de la higuera. Y recuerdo a mis amigas, siempre con mucho cariño, algunas ya se marcharon, otras seguimos viviendo. A ver si cambian los aires, y yo puedo conseguir, que renazca para siempre, eso que tanto deseo, sentarme en la Fuente Gil. Grisel.- 2.009
CARMEN RADA |